Alexis Perez-luna, aventurero itinerante, nos propone transitar entre las imágenes que nos han sorprendido y deslumbrado en su largo recorrido como fotógrafo.
Perez-Luna, hacedor de poesía de la imagen, sensible a su luz, se ha dejado capturar por ella durante estos años de búsquedas y hallazgos. Intrincado juego de complicidades en el que ha sido atraído y seducido por las imágenes, fieles compañeras que le sirven de metáforas para contar su historia.
En ocasiones las olvida por algún tiempo “… al dejarlas descansar en la oscuridad del archivo, ellas logran desprenderse de lo contextual, de lo temporal y circunstancial que las vio nacer… al despertar y renacer en el proceso del laboratorio, emergen depuradas, renovadas con toda la simbología que me permite expresar sentimientos esenciales”.
Al ser descubiertas de nuevo por el autor, en un proceso similar al de su origen, surgen sólidas, atemporales, capaces de interpretar y de transmitir la palabra de este artista al cual algunos críticos e investigadores han llamado poeta de la imagen o poeta visual.
Diferentes imágenes y escenarios se convierten solo en excusa para expresar a través de ellos un solo universo interior. Nos entrega así con toda la contundencia, y a veces con irreverencia, toda su palabra transformada en texturas, luces y sombras.
Willy Aranguren, investigador y crítico de arte nos dice: Perez-Luna “… expresa la condición de poeta visual, de un gran observador de ambientes y situaciones, donde lo absurdo, lo quijotesco, lo barroco, la plasticidad, el amor, la incertidumbre, la solidaridad, la naturaleza, la muerte y la vida reinan en fotografías tomadas en Estados Unidos, Europa, Venezuela y América latina”. Y afirma que sus trabajos corroboran la presencia de “un fotógrafo exigente, poético, con un sentido de la contemporaneidad que no descarta lo clásico y que si bien domina la técnica, el mensaje es mucho mas importante para el y para su fotografía”.
Este reencuentro con Perez-Luna, poeta de caminos, nos invita a penetrar sigilosamente en las estructuras de la intimidad que como fotógrafo nos entrega en esta muestra. Síntesis del recorrido de un viajero incansable quien, junto con su cámara, aliada de su conjuro estético y documental, pretende exorcizar la muerte, la desolación, la destrucción y la incertidumbre y rescatar la memoria, el humor y la vida.
En esta oportunidad comparte con nosotros una selección de fotografías en gran formato, las cuales han sido tomadas en diversos lugares y épocas.
Obras, todas, que han participado en prestigiosos salones de arte del país, recibiendo premios y reconocimientos: “siempre solemnes, premiables, abiertas al infinito” según Willy Aranguren.
Este conjunto de fotografías presentadas en un gran formato nos conduce al contacto inevitable con emociones y sensaciones, aspiran un diálogo cercano con lo cotidiano desde lo inusual, lo insólito de todos los días. El espectador queda atrapado, paralizado y le resultara difícil escapar.
La presencia de la piedra o del agua, huesos y piel en proceso natural y mágico de transformación, fuego y vegetación, aire, luz, cotidianidad y sorpresa, contrastes que nos arrastran hasta extremos imposibles de evadir y desoír. Las redes y los caminos imaginarios y subjetivos tienen su propio sentido. Destellos simbólicos que se enredan con la imagen y el pensamiento según decida el espectador. Esta antología fotográfica es solo el testimonio de un viajero de esos caminos, un trabajo que confirma la existencia de la obra artística como una necesidad vital del creador.