Una de las dimensiones resaltantes de la fotografía, es su carácter mítico ritual. Teóricos de la fotografía como V. Flusser llaman a esto la dimensión mágica pues, a través de ella, se recupera un tiempo, una vivencia, un recuerdo del cual se reapropia el individuo o la colectividad. Gracias a esta recuperación se refuerza un sentido o destino, función propia del mito cosmogónico.
Por lo tanto, la imagen comienza a asumir en la contemporaneidad la función que tenia la palabra en otros estadios de la civilización. Por otro lado, no es casual que un medio como la fotografía encontrara una aceptación tan rápida y masiva, entre 1905-1914, lo cual se debe (como señala P. Bordeau) a que llena una necesidad preexistente a su aparición: La solemnidad y la eternizacion de un tiempo importante para la existencia del colectivo.
De ahí que la fotografía de boda, de la fiesta y de otros ceremoniales familiares encontraran en estos primeros años una gran difusión, pues cumplía una función ritual que aun hoy se atesora en el álbum familiar.
Eco o símbolos existenciales
En las ultimas décadas, a esta dimensión mágica de la fotografía se le han sumado otras dimensiones, como la de hacerse eco de símbolos o situaciones existenciales.
El destino, el olvidado encuentro consigo mismo, la Proyeccion del destino en la imagen aleja a la fotografía de su función social para convertirse en un lenguaje propio con un espectro de los objetos delimitados.
Es este caso de la última exposición de Alexis Perez-Luna Chalupas, Yolas, Caiques y otros navíos en los espacios del taller de fotografía Roberto Mata. Cada una de estas imágenes giran en torno a la noción de encuentro consigo mismo a través del océano, el río o el lago. Pero también ante la búsqueda que es toda peregrinación, que por profana que parezca encierra un sentido iniciativo, tal como lo desea demostrar Álvaro Mutis en la saga de Maqroll, el gaviero o mas recientemente de Arturo Perez Reverte, la Carta Esférica.
Cada una de estas imágenes recupera la dimensión sacra del marino, como especie humana en extinción ante el avance de la tecnología. Tensión que se manifiesta a lo largo de toda la obra de Joseph Conrad, entre el ritmo de la vía y la visión del mundo que se da entre el marino de velero, movido por las corrientes de aire y del barco con motor, autónomo de las fuerzas del mar.
En un momento de nuestra historia tecnológica donde se comienza a perder ese llamado a la aventura que es la navegación como desafío romántico.
Alexis Perez-Luna se hace eco de ese sentido, de ahí que en sus imágenes se encuentran barcos y botes abandonados, varados y anclados. Navegando por estrechos canales, creando un clima de profunda soledad que remite al cumplimiento de un destino, de un sentido en el laberinto de la contemporaneidad.
La cámara de la vida
Son imágenes tomadas a lo largo de una vida, donde la cámara siempre estuvo al acecho, mostrando, la fuerza plástica de la composición delatando la intención del fotógrafo. Al unir cada unos de estos encuadres, la muestra se transforma en un lírico ensayo visual, donde la imagen universaliza sus contenidos al evitar la lejanía del zoom y asumir el lente de 35 mm. Como una forma de acercarse íntimamente a lo que se desea atrapar: la ausencia como presencia.