Dentro de las variadas facetas del trabajo de Alexis Perez-Luna podría rescatarse una fundamental que ha consistido en mostrarnos las cosas de los hombres. Su trabajo documental ha sido agudo para medir la forma del tiempo convertida en materia. Perez-luna ha afinado su sentido para apreciar las materias que nos han acompañado en el transito humano. Uno de sus libros, dedicado a los parques infantiles, ofrece una visión cándida y triste del tiempo que destruye maquinarias de recreación. Su posterior itinerario fotográfico por los textos sobre los muros de la ciudad, refieren la pluralidad del ingenio: frases jocosas o tristes sobre paredes que reciben la inclemencia de la duración. A la distancia esas fotos de grafitos no refieren contextos específicos, donde no solo esta la cita a una situación política, sino a hechos noticiosos de ese entonces, es decir, a fragmentos de la realidad que después aparecen a la distancia un poco inexplicables, pero que también nos hablan de una persistencia: la necesidad de los hombres por la expresión publica de sus ideas y emociones. Pero también ha dejado constancia de los seres humanos, a los cuales se acerca de una manera a veces cándida por el retrato de Salvador Valero.
La muestra: la otra claridad de San Sebastián de los Reyes, reúne fotografías de su calendario: aquella aldea y otras obras inéditas, todas ellas resultados de un trabajo de tres años. Múltiples visitas, varios encuentros, varios disparos de la cámara para poder ir construyendo una población a partir de esos múltiples fragmentos. Este San Sebastián que nos entrega perez-Luna es la visión que ha tenido el artista de ese hallazgo. Su mirada fue aposentándose sobre las paredes y los muros, pero también de los objetos de feria y la gente en sus múltiples actividades de vida.
Si alguna vea un escritor como Bachelard dedico varios de sus libro a la poética del agua o de la llama, Perez-Luna nos anuncia en esta exposición la poética de loas muros. Levantados por hombres que pasaron, dejando la construcción de una vivienda o el albergue para un encuentro. Lo interesante de esta muestra es la manera que tiene el fotógrafo de ofrecernos un equilibrio constante sobre la textura de estas paredes. La solidez que permanece en algunas de estas construcciones convive con el espacio vacio de puertas y ventanas. Pero también aparecen personajes en las labores más cotidianas de su oficio: en la gallera, los viejos conversan, un aparato de ferias refleja sombras mientras los personajes miran hacia un punto perdido, la mirada asediante de Miguel Ramón Utrera y la ingenua de Carlos Galindo.
Todo, muros y gente, van componiendo una mirada evocadora de San Sebastián.
En múltiples trabajos perez-Luna ha ratificado su interés documental. En esta muestra podríamos percibir su vocación por penetrar certeramente en la realidad que ha sido obsequiada, y la expresión transformadora de aquellos primeros años de su vida. Un conocido poeta francés decía que la infancia es la patria, hoy Perez-Luna nos muestra ese territorio de pertenencia. Entre haciendas, entre grandes espacios baldíos o sembrados, en contacto con árboles y animales domésticos, transcurrieron algunos de los primeros tiempos de este autor. Cuando Perez-Luna se acerco a San Sebastián no pudo quedar indemne junto al recuerdo que lo habitaba. Fotógrafo un muro, pero también una atmósfera. Imágenes que se han ido perdiendo o transformando en la memoria, pero en algunos pueblos perduran como señalando practicas, y personas que ya no son tan comunes. Porque viendo encerrados, temerosos y agitados en ciudades menos apacibles, estas casas, y estos hombres y mujeres de San Sebastián nos hablan de hábitos de los cuales podríamos participar quizás solo en recuerdos. Con estas fotografías la infancia regresa convertida en una población que aun transita en otro tiempo.