Ni siquiera la poesía
es bastante para rescatar
del minucioso olvido
lo que calla este espejo
en la tiniebla
de su desamparo”
Alvaro Mutis
Lo he visto muchas veces recolectando pedazos de abandono, retazos de vida sepultadas. Le he visto entre las sombras de las sombras, como un fantasma alucinado y testarudo que persigue a la muerte, atraviesa olvidos, en su afán de vencer la amnesia que silenció a cada uno de los habitantes de esta comarca.
Lo acompaño en esas excursiones, entregada a mis propias indagaciones. Hurgo las tumbas en las que se han convertido estas edificaciones. Con atención, recojo y enhebro mis hallazgos. Escucho las voces de las apariciones que deambulan a nuestro lado, nuestros pasos sobre los deshechos, el silencio resignado de los objetos allí dejados.
Juntos andamos los caminos de cementerios, haciendas escondidas, pueblos y sus espejismos, en ese intento absurdo de espantar la triste desmemoria. La voz del poeta Miguel Ramón Utrera nos recuerda en la penumbra
"El eco
sólo escuchamos
de la distante memoria"
Con su cámara en mano Alexis registra ese pasado que se esfuma ante la indiferencia de muchos. Protege y ordena minuciosamente la colección de ruinas que ha ido atesorando en su búsqueda. Con las imágenes de ellas arma historias, escribe sus discursos visuales en tonalidades de grises, sombras, luces. Nuestras miradas y emociones se conectan con toda la simbología allí expresada.
Los ecos de la memoria, que el poeta nos invita a percibir, resuenan como un rumor, que sobrevive a la destrucción del entorno, también se escuchan en el papel en el cual el fotógrafo arqueólogo imprime sus sensaciones.
Puertas, ventanas, metales, rieles, ganchos, los muros porosos de la Ganadera permanecen como un testimonio de lo que alguna vez existió. Recinto de muerte en sí misma, se ha negado a morir. Su estructura esqueleto ha logrado sobrevivir a la decadencia de los ciudadanos que no preservan su historia; al caos que derrumba pueblos y ciudades.
La energía muerte vida muerte vida, la danza infinita de eros y tánatos, que albergaba la Ganadera desde sus orígenes le ha permitido transformarse para resurgir como recinto de creación, espacio para la vida.
El caparazón que se caía a pedazos fue abrigado por la luz, la hemos visto renacer.
Como dijo Maqroll, el personaje de Álvaro Mutis
“Por lo que serás en el desorden de la muerte.
Por eso te guardo a mi lado
como la sombra de una ilusoria esperanza”
Quizás, la fangosa muerte, pueda traernos nuevas posibilidades de existencia.
Ese deseo de sentir la muerte como génesis de transformaciones está presente en este andar sobre las ruinas, en el intento de verles despertar. Que estos lugares de memoria nos sacudan con su fuerza añeja, que logremos reconocernos en los patrimonios que enterramos, parece querer el fotógrafo.
Una estética del deterioro se siente en estas imágenes de Pérez Luna, él nos muestra en cada una de estas fotos, cómo lo hermoso pervive en el tiempo gastado, en su fugacidad, en los materiales envejecidos, en el pasado como reliquia que nos acerca a la esencia de lo que hemos sido, de lo que somos.
Estas imágenes recrean los muchos olvidos que nos persiguen, a los que damos la espalda, a todos esos que debemos comenzar a escuchar, en la ineludible necesidad de reconstruirnos.