Hay casos en los el nombre de una persona prefigura su propio destino. En Alexis Perez Luna, su segundo apellido (su significante), ya le vincula a la fotografía. Demostrarlo motiva estas palabras de presentación. La relación entre la fotografía y lo lunar no es directa. Cirlot, poeta y estudioso de los símbolos, nos prepara el terreno de nuestra especulación: “...componente significativo de la luna es el de su estrecha asociación a la noche (maternal, ocultante, inconsciente, ambivalente por lo protectora y peligrosa) y el que dimana del tono lívido de su luz y del modo como muestra, semi velándolos, los objetos”; De estos destaca Cirlot: “Objetos lunares pueden considerarse los que tienen carácter pasivo y reflejante, cual el espejo; o los que pueden modificar su superficie como el abanico. Nótese el carácter, la relación con lo femenino de ambos”. Agreguemos que la cámara fotográfica, ese espejo obediente, que se acomoda a través del abanico circular de su diafragma, tiene un vínculo intrínseco con la luna, la plata. Si al sol corresponde como metal el oro, la plata es el metal de la luna. Y el nitrato de plata, desde los inicios de la fotografía en Blanco y negro, es la substancia que se ennegrece al exponerse a la luz, en una cámara obscura o noche portátil, y así “muestra, semi velándolos los objetos”.
En las fotografias de Pérez Luna, sus “objetos” son personas o reflejos de estas, mujeres que se descomponen en sus fases, niñas que presagian a la mujer madura como esa niña maga y su escoba, maniquies ambivalentes como aquel sentado en la ventana de un edificio en la noche, siniestros a la manera de Freud. Erotismo de muñeca en unas, trabajo maternal en otras, ternura en mujeres curtidas, risas robadas. Una vieja en Barbacoas que Yadira no conocía.
El género, la visión femenina de lo femenino, el trabajo de la mujer, las proletarias de los proleterios, son motivos de reflexión que no se agotaron con el siglo. Lo femenino de la luna no es un tema de moda. A la par del discurso verbal, racional, tenemos la mirada fotográfica, que cuando retrata a la mujer en cierta forma se retrata la fotografía a sí misma, a su origen y mecanismo. Por lo dicho pareciera que la fotografía de Alexis Perez Luna fuese simbolista o surreal, y es todo lo contrario. Si es virtuoso en la composición y el revelado, también es naturalista en grado extremo: sus fotos son documentos, esas mujeres solas o en grupo, y aun los maniquies tienen existencia real, son o están tal cual. Esto le obliga a viajar como un juglar medieval, por pueblos y paises, de San Sebastián de los Reyes a Marruecos, errando hasta dar con la foto, provocando al azar o buscándole la caida, el angulo. Importa que este siempre listo para cuando la imagen se presente: y la mujer no pose, o pose como lo hace el que sabe que le retratan, pues el artista no miente. Perez Luna testigo, mezcla virtud y naturalismo, con la magia y la intuición que proviene de lo lunar. Podemos adivinar en sus fotos muchas cosas: la denuncia, el amor, la solidaridad, la aventura, el paisaje, el camino de ida y de vuelta, el antes y el después de cada foto